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SOPORTES SONOROS

A través de los soportes históricos (rollo de pianola, pizarra, disco de acetato) y los posteriores analógicos y digitales podemos realizar un recorrido por la evolución técnica de la fonografía gallega desde comienzos del s. XX hasta la actualidad.

ROLLO DE PIANOLA

Rolo de pianola

Es un soporte codificado de cinta perforada, a medio camino entre la grabación sonora y la partitura, que en su momento permitía reproducir obras de larga duración, a diferencia de los cilindros y de los discos de pizarra. Esta característica, junto a su producción masiva, propiciaron su gran popularidad en la España en el primero tercio del s. XX, en la que las pianolas eran habituales en los círculos musicales, así como en los cafés concierto, en los cines y en muchos hogares burgueses. El repertorio recogido en los rollos de pianola muestra los principales géneros y estéticas del momento a través de composiciones originales para piano o reducción orquestales para este instrumento.

Los ejemplares conservados en la colección del SPDB de la Diputación de Pontevedra fueron editados por la casa Victoria principalmente y contienen temas como la Alborada de Veiga, la zarzuela Maruxa, la melodía gallega Serantellos de Enrique Lens o el tango Galleguita. Aunque su número no es elevado destacan por su importancia histórica y su originalidad.

DISCO DE PIZARRA

Disco de lousa

Los discos de pizarra o de 78 rpm, también llamados discos de piedra, pasta o shellac, se fabricaban con un material de color negro rígido y frágil, generado con resinas derivadas de sustancias orgánicas como la goma laca o polímeros como la ebonita o la baquelita.

El disco fue inventado por Emile Berliner en 1887. En las primeras décadas se comercializó impresionado por una sola cara y a partir de 1910 por los dos lados; en esta década se establecieron también los estándares de 25 cm de diámetro para los discos de música popular y 30 cm para los de música docta, aunque también se emplearon otros tamaños, como 12,5 y 17,5 cm. En los comienzos la velocidad de reproducción de los discos oscilaba entre 60 y 90 revoluciones por minuto, hasta que en 1925, con la llegada de la grabación eléctrica, se estandarizó en 78 rpm, que ya había sido la más empleada en las últimas dos décadas. La lectura se realizaba de fuera hacia dentro, el método americano, que acabaría consolidándose internacionalmente, y de dentro hacia fuera, el método francés, empleado fundamentalmente por Pathé. La duración variaba entre 2 y 4 minutos en función del tamaño y de la época. De esta manera, la limitación de 3:30 minutos para la música popular supuso el modelo para la duración de una canción en el ámbito de la música comercial aún vigente.

Las mejoras técnicas relacionadas con la capacidad de almacenamiento musical y la calidad del sonido, junto con el abaratamiento de su producción en masa y su facilidad de manipulación y almacenaje, posibilitaron que en la segunda década del s. XX el disco se convirtiese en el soporte comercial dominante, lo que provocó la progresiva desaparición del cilindro, el primer soporte de grabación y reproducción de sonido, que se dejó de fabricar comercialmente en 1929. El formato 78 rpm se mantuvo hasta 1949, año en que comenzó a comercializarse el microsurco de 33 1/3 y 45 rpm. El nuevo soporte se impuso rápidamente en todo el mundo y dejó relegado al de 78 rpm, que enseguida quedó obsoleto, por lo que dejó de fabricarse en Europa y América entre 1958 y 1959.

La colección de discos de pizarra o 78 rpm del Servicio de Patrimonio Documental y Bibliográfico (SPDB) supera los 1.400 documentos e incluye importantes grabaciones históricas de contenido musical, la mayor parte, y de palabra, de altísimo valor cultural y patrimonial, realizadas tanto en Galicia como en Argentina, Uruguay o Cuba, principales destinos de la emigración gallega en el continente americano. De los sellos editores que incluyeron contenidos gallegos en sus catálogos figuran en la colección algunos de los más sobresalientes, como Gramophone, Victor, Columbia, Regal, Odeon, Pathé o Parlophone, entre otros. Un número reducido de discos se corresponden con grabaciones particulares de artistas o ediciones propias de entidades como el Centro Gallego de Buenos Aires. La colección del SPDB permite realizar un recorrido por los conjuntos y artistas de música académica, popular y folclórica más importantes de la primera mitad del pasado siglo desde las pioneras grabaciones comerciales realizadas en Galicia por el coro pontevedrés Aires d'a Terra en 1904. Algunas de estas grabaciones fueron publicadas por la Editorial de la Diputación de Pontevedra en los trabajos discográficos Galicia en 78 rpm y Gravacións históricas da melodía galega. En la actualidad en 75 % de esta colección está digitalizada.

DISCO DE ACETATO

También llamado disco de laca, es un disco especial sobre el que se puede grabar el sonido de manera instantánea o desde otra fuente, como el grabador de alambre o de cinta. Hay dos tipos principales de discos de laca: el máster y el dubplate. Se diferencian a simple vista, puesto que el dubplate, además del agujero del centro, dispone de un segundo agujero situado a 2,5 cm del primero, cuya función es sujetar el disco durante la grabación. El máster se usaba para producir las matrices necesarias para prensar los discos comerciales. El dubplate, también llamado disco instantáneo, al permitir la reproducción inmediata tras su grabación sin necesidad de tratamiento alguno, se hizo muy popular en las emisoras de radio en el segundo tercio del pasado siglo para archivar programas y grabar actuaciones en directo, publicidad y sintonías, así como para reproducir jingles. Dada su fragilidad, a finales de los años cincuenta las radios sustituyeron el dubplate por la cinta magnética, que permitía tanto el uso reiterado de la misma cinta para grabar como un fácil corte y pegado. Además del máster y del dubplate, también se comercializó un disco de acetato instantáneo especial para grabaciones domésticas, que se mantuvo en uso hasta finales de los años sesenta.

Por lo general, los discos de acetato tenían una base de aluminio, aunque también se emplearon bases de cartón y de vidrio, cubierta de una capa de acetato de nitrocelulosa de color negro. Entre las velocidades de reproducción encontramos 78 y 33 1/3 rpm. Estos discos se presentan en una amplia gama de tamaños. En cualquier caso, los más habituales fueron los de 17,5, 20, 25, 30 y 36 cm de diámetro.

El fondo sonoro del SPDB cuenta con 15 discos de acetato de elevado valor patrimonial, tanto por su contenido único e inédito como por la singularidad del soporte. Siete de ellos son dubplates de 78 rpm de contenido musical y de palabra, entre los que destacan las grabaciones del gran barítono pontevedrés Víctor Cervera-Mercadillo introducidas con palabras del abogado y escritor Prudencio Landín Tobío, que fueron realizadas en Radio Pontevedra a finales de los años cuarenta; las 8 restantes son grabaciones instantáneas domésticas de 33 1/3 rpm, con contenido oral, realizadas por emigrantes procedentes de Borela (Cerdedo-Cotobade) entre mediados de los cincuenta y finales de los sesenta.

DISCO DE VINILO

Disco de vinilo

También llamado microsurco, es un tipo de disco gramofónico fabricado con policloruro de vinilo, que en la década de los años cincuenta se impuso en el mercado y puso fin a la era del 78 rpm. El disco de vinilo comenzó a comercializarse con éxito a partir de 1949, puesto que en 1931 ya había habido un intento fallido de lanzamiento. Tajo consigo características beneficiosas como un menor nivel de ruido, que permitía una mejora en la audición, y una mayor flexibilidad, que lo hacía más duradero. Por el contrario, este soporte precisaba de ciertos cuidados, ya que era susceptible de deformarse por la sobreexposición al calor o por un mal almacenamiento y necesitaba una manipulación delicada para evitar rayaduras, sobre todo durante su reproducción.

El disco de vinilo podía incorporar sonido monoaural o estereofónico. Con las sucesivas mejoras tecnológicas de grabación y reproducción, hacia el año 1958 se impulsó la categoría de productos HiFi (alta fidelidad), especialmente para las grabaciones estereofónicas, que quedó en la memoria por la calidad del vinilo frente a otros soportes posteriores. A semejanza de su antecesor de pizarra su lectura se realizaba normalmente de fuera hacia dentro. Entre la amplia variedad de formatos los más comunes fueron los de 17,5 cm de diámetro de 45 rpm, para el single (sencillo), con un solo tema o uno por cada cara, y el EP (reproducción extendida), con tres o cuatro temas; 25 y 30 cm diámetro de 33 1/3 rpm y 25 cm de 78 rpm para el LP (larga duración), con entre ocho y doce temas. En los años ochenta aparecieron dos nuevos formatos de 30 cm: el maxi-single (maxi-sencillo) de 45 rpm, que incluía entre 3 y 5 temas, y el mini-LP (miniálbum) de 33 1/3, que podía incluir hasta siete temas. El maxi single, creado fundamentalmente para lanzamientos artísticos, fue muy empleado en locales de ocio nocturno, mientras que el mini-LP estaba dirigido fundamentalmente a las y los consumidores que no deseaban comprar el álbum entero, de mayor coste.

El disco de vinilo gozó de una enorme popularidad en la segunda mitad del s. XX, época dorada de la industria discográfica, y se mantuvo como principal medio de consumo de música. A pesar de que en los años noventa fue desbancado por la tecnología digital y el CD Audio, desde 2006 aproximadamente asistimos a un resurgimiento de la edición de vinilo dirigida a profesionales, a coleccionistas o a las y los melómanos, que encuentran en este viejo formato la manera de diferenciarse del consumo masivo.

En el Servicio de Patrimonio Documental y Bibliográfico se encuentran aproximadamente 2.750 discos de 45 y 33 1/3 rpm, mayormente de contenido musical: 1.250 entre singles y EP, 24 maxi singles, 2.465 LP y 11 mini-LP. Estos vinilos recogen todas las manifestaciones de la música gallega, académicas y populares, de los últimos cincuenta años del pasado siglo, entre las que cabe destacar algunos de los movimientos propios de la época, como la canción social y de protesta, el folk o la movida viguesa. En esta época muchas y muchos artistas del país también dan el salto a la escena nacional dentro de la música ligera, el pop y el rock. Entre los sellos editores figuran los gallegos Ruada, Edigal y Gal & Cia, junto con otros de ámbito nacional e internacional como Edigsa, Belter, Zafiro, Belter, Zafiro, G. A. S. A., Hispavox, Sonifolk, Columbia, Emi-Odeón, CBS o Polygram Ibérica, entre otros. En la actualidad la colección está  digitalizada al 90 %.

CINTA MAGNÉTICA

Cinta magnética

La cinta magnética fue un importante medio de almacenamiento de datos, y de grabación y reproducción de sonido y vídeo. Para cada tipo de contenido se crearon cintas especiales, que se diferenciaban tanto en sus medidas físicas y composición química como en los formatos de grabación. La información se grababa en pistas sobre una banda plástica con un material magnetizado, generalmente óxido de hierro o algún cromato (Cr, Fe-Co, Co-Ni).

La cinta magnética se rpesentó en 1935. Entre los años cuarenta y 50 comenzó a emplearse en las radios y en las televisiones y poco a poco se fue popularizando su uso en el ámbito profesional y en el doméstico, hasta la llegada de los ordenadores a finales del siglo pasado. La cinta magnética de audio fue un tipo de cinta magnética para la grabación y reproducción de sonido analógico y digital, que con el paso de las décadas se presentó en una amplia variedad de soportes, como la cinta abierta, el cartucho, el casete o el DAT, entre otros.

CINTA ABIERTA

Era una cinta magnética enrollada en una bobina que se reproducía en un magnetófono específico. Se utilizó tanto en grabación analógica como en digital y presentaba diversos espesores. Para los estudios de grabación la cinta abierta ofreció importantes ventajas frente al disco, como superar la limitación de los 30 minutos de grabación y la recogida de mayor rango dinámico y, por tanto, mejor calidad en los extremos de frecuencias graves y agudas, así como la posibilidad de manipulación del audio.

En el Servicio de Patrimonio Documental y Bibliográfico se conservan soportes de este tipo, englobados en los Fondos de la palabra, que se corresponden con plenos de la Diputación de Pontevedra de entre 1984 y 1998.

CARTUCHO

Cartucho

Su fundamento se encuentra en el cartucho de cinta sin fin diseñado en 1952 por el inventor estadounidense Bernard Cousino alrededor de un único carrete de cinta magnética de 6,35 mm, que funcionaba a una velocidad de 9,5 cm/s. Cada una de las partes en las que está dividida la música grabada se denomina "programa". Cada programa comenzaba y paraba donde lo había indicado la señal producida por una fina pieza metálica de 1 pulgada de largo, que activaba el sensor de cambio de pista. En 1962 el empresario Earl Muntz presentó su sistema estéreo Stereo-Pak, de cartuchos de 4 pistas (dos programas de dos pistas cada uno), como sistema de audio para automóviles.

El cartucho de 8 pistas, denominado inicialmente Lear Jet Stereo 8, fue desarrollado por la empresa Lear Jet en 1964 basado en los anteriores. El cartucho de 8 pistas duplicó la cantidad de programas de la cinta (cuatro) para proporcionar ocho pistas. Lear promocionó el almacenamiento de más música como una gran mejora, pero en la práctica se tradujo en una pérdida de calidad de sonido. A diferencia del formato Stereo-Pak, el reproductor de cartucho de 8 pistas podía cambiar entre las pistas de forma automática.

La popularidad, tanto de los cartuchos de 4 pistas como de los de 8, creció durante el auge de la industria del automóvil. A mediados de los sesenta marcas como Ford ofrecían la instalación de reproductores, llamados "cartucheras", para el de 8 pistas en algunos modelos, lo que propició su imposición sobre el de 4, que Muntz abandonó por completo a finales de 1970. El cartucho de 8 pistas, también conocido en España como "ocho track", entró en decadencia hacia finales de los setenta debido a la evolución constante del casete, que se convirtió en un medio de alta fidelidad ampliamente difundido. Otro factor importante fue el alto coste de las cintas en blanco de los respectivos grabadores de cartucho, ya que los sistemas de casete tendían a ser más económicos. El cartucho fue el primer formato verdaderamente portátil de música que llegó al mercado de masas. En las emisoras de radio también se emplearon para la emisión de cuñas y "cortinillas" de forma rápida.

En los fondos sonoros del Servicio de Patrimonio Documental y Bibliográfico se conservan 6 cartuchos de 8 pistas de artistas como Ana Kiro, grupos como Los Tamara y orquestas como Los Satélites editados entre 1974 y 1979.

CASETE

Casete

El casete, también conocido como casete compacto o cinta de casete, fue un formato de grabación de sonido en cinta magnética ampliamente utilizado en el último tercio del pasado siglo. Era fuerte, resistente al polvo, al calor y a los golpes, por lo que sus aplicaciones se extendieron desde la edición musical y de la palabra y del audio portátil de grabación doméstica hasta el almacenamiento de datos para ordenadores. El casete compacto consta de dos carretes en miniatura con capacidad de giro, entre los que pasa una cinta magnética dentro de una carcasa protectora de plástico de 10 x 6,2 cm aproximadamente. Excepto en las versiones iniciales, la cinta contaba con dos pares de pistas estereofónicas, un par por cada cara. Su duración total dependía de la longitud de la cinta y variaba desde los 5 a los 120 minutos, y las más empleadas eran las de 45 y 60 minutos.

El casete compacto de audio, previsto inicialmente como medio para el dictado, monofónico y de 60 minutos de duración, fue introducido en Europa por la empresa Philips en 1962 y su producción en masa comenzó en Alemania en 1964. El casete de música grabada, también conocido como musicasete, fue lanzado en Europa a finales de 1965 y un año después en Estados Unidos, pero la calidad de los primeros reproductores no era la adecuada para la música. En 1971 Advent Corporation combinó la reducción de ruidos Dolby tipo B con una cinta de dióxido de cromo, que dio como resultado un formato apto para el uso musical y el comienzo de la era de los casetes y de los reproductores de alta fidelidad.

Inicialmente el musicasete era un medio para reproducir música pregrabada, pero con la introducción de la cinta virgen o en blanco por la casa japonesa Maxell a mediados de los setenta, así como de las versiones estereofónicas, se convirtió en el medio de grabación doméstica por excelencia y en una alternativa popular al vinilo durante más de veinte años, en los que tanto el soporte como los grabadores se mantuvieron en constante evolución. En 1980 apareció la cinta de metal de mayor calidad y las compañías discográficas comenzaron a lanzar simultáneamente LP y cintas de casete. En los coches era habitual instalar pletinas y las cintas estaban distribuidas tanto en los establecimientos especializados como en las gasolineras, que también contribuyeron al incremento de su consumo. Pero durante esta década la popularidad del casete creció más como resultado de los grabadores portátiles y de los reproductores de alta fidelidad. Los walkman, pequeños reproductores de casete portátiles con auriculares, permitieron a las y los usuarios escuchar su música en cualquier momento y lugar, lo que supuso toda una revolución social. Los distintos modelos empezaron a incorporar sintonizadores de radio, que sumaron aún más posibilidades a la nueva experiencia. Su accesibilidad y bajo coste propiciaron que en la década de los ochenta el casete también fuera uno de los soportes más empleados por las y los investigadores y folcloristas para la recogida de la tradición oral en toda Galicia.

A finales de los ochenta se desarrollaron formatos de cintas digitales, como la cinta de audio digital (DAT) o el casete compacto digital (DCC). Con el aumento de las ventas de CD en los primeros años de los noventa comenzó el declive del casete, que se prolongaría hasta el final de la década, aunque se siguieron fabricando casetes vírgenes hasta 2008 aproximadamente.

En los fondos sonoros del Servicio de Patrimonio Documental y Bibliográfico (SPDB) se conservan más de 2.000 cintas de casete, de contenido musical, la mayor parte, y de la palabra. Dado que muchas compañías editoras hacían lanzamientos en paralelo de casete y LP, una parte importante de su edición comercial se corresponde con otra idéntica en disco de vinilo. En las aproximadamente 500 cintas de la palabra se encuentran jornadas y actos de la Diputación de Pontevedra de los primeros años de la década de los noventa, poesía recitada, entrevistas, trabajo de campo, grabaciones de programas de radio y cuentos.

CINTA DE AUDIO DIGITAL (DAT)

Cinta de audio digital (DAT)

El DAT, abreviado del inglés Digital Audio Tape (cinta de audio digital), fue un medio de grabación y reproducción de señal de audio digitalizado desarrollado por la empresa japonesa Sony en 1987. Fue el primer formato de casete digital comercializado y, en apariencia, similar a un casete convencional de audio. Empleaba una cinta magnética de 4 mm de ancho, encapsulada en una carcasa protectora de 73 x 54 x 10,5 mm.

A diferencia del casete de audio analógico, el DAT sólo se podía grabar por un lado y la grabación se realizaba de manera digital. La grabación y la conversión a DAT tenían igual tasa de muestreo que la empleada para la producción de un CD. Al copiar una fuente digital, el DAT producía una copia exacta, a diferencia de otros medios digitales como el casete compacto digital o el MiniDisc Hi-MD, que tenían compresión con pérdida de datos.

El DAT se desarrolló en dos formatos con tipos de cintas y potencialidades diferentes: S-DAT, de cabeza estacionaria, 130 m de longitud y 90 min de duración; y R-DAT, de cabeza rotatoria, 60 m de longitud y 120 min de duración.

El DAT fue un formato dirigido al sector profesional que en esa época requería un sistema de grabación digital con el que poder realizar másteres de grabación para CD, ya que en el momento de la invención del disco compacto todos los másteres o cintas maestras de 2 pistas se realizaban en cintas abiertas de 1/4 de pulgada de ancho. Así pues, el DAT completaba una línea de productos con los que realizar una grabación, mezcla y posterior transferencia a CD digitalmente.

En la actualidad quedó superado por la potencia de los PC, que, dotados de potentes software de edición, permiten la mezcla y la creación posterior del CD que se va a duplicar.

En distintas bibliotecas, centros de documentación y museos españoles el DAT se usó aproximadamente hasta el año 2000 como medio de almacenamiento y preservación de la digitalización de grabaciones realizadas en origen por procedimientos analógicos, como los discos de pizarra o de acetato.

En los fondos sonoros del Servicio de Patrimonio Documental y Bibliográfico se pueden consultar un buen número de cintas DAT con plenos, actos, conferencias y jornadas realizadas en la Diputación de Pontevedra entre 1997 y 2007.

DISCO COMPACTO DE AUDIO (CD-A)

Disco compacto de audio (CD-A)

El Compact Disc Digital Audio (disco compacto de audio digital), abreviado CDDA o CD-A, es un tipo de disco compacto para almacenar audio en formato digital. Fue el primer sistema de grabación óptica digital y lo comercializaron por primera vez en 1982 las empresas Philips y Sony. También fue el primer sistema de reproducción de sonido que apenas se deterioraba con el uso, por lo que podía reproducirse una y otra vez sin perder calidad de sonido, lo que suponía una importante superación de las limitaciones de los formatos convencionales. Pertenece a la familia del disco compacto, que incluye también el CD-ROM, para almacenamiento de datos, CD-R y CD-RW, para la grabación doméstica, y VCD, para vídeo, entre otros; cada uno de estos formatos cuenta con su propio estándar.

El CD-A tiene una base de policarbonato cubierta de una capa de aluminio reflectante de 120 mm de diámetro y de 1,2 mm de grosor, con capacidades de entre 74 y 80 min, aunque también se comercializaron los mini-CD de 80 mm de 21 min (CD sencillo) y de 60 mm. El audio se registra en formato digital, en dos canales (estereofónico), con una frecuencia de muestreo de 44.100 muestras por segundo y una resolución de cuantificación digital de 16 bits, que permite un rango dinámico de 96 dB. Estas características permiten reproducir frecuencias ligeramente por encima del límite superior de la audición humana. Para evitar errores durante la reproducción el CD-A introdujo el sistema de corrección de errores código Reed-Solomon de intercalación transversal, que fue empleado en los DAT.

En la década de los noventa el CD-A hizo desaparecer el casete y en un primer momento también el vinilo, que a partir de 2006 experimentó una ligera recuperación. En la actualidad el CD-A sigue siendo un formato muy arraigado, a pesar del vertiginoso descenso de ventas que sufre desde el 2000; este declive se debe fundamentalmente a los cambios en el acceso y en el consumo de música del nuevo siglo, propiciados por las plataformas de música digital presentes en internet.

En los fondos sonoros del Servicio de Patrimonio Documental y Bibliográfico se encuentran aproximadamente 3.000 CD de audio, mayoritariamente de contenido musical, que recogen todas las manifestaciones de la música gallega, académicas y populares, de los últimos treinta y cinco años. A los estilos ya presentes en los formatos anteriores se les suma una gran producción de música de raíz, tanto de recuperación como de creación, el género rock bravú o agro-rock, la reedición de grabaciones históricas así como otras del tiempo del vinilo, y todo tipo de géneros como rap, metal, indie o jazz en gallego. En esta etapa aparecen diferentes sellos gallegos independientes que acumularon amplios e importantes catálogos como Clave Records, Sons Galicia, Edicións do Cumio, Zouma Records, Phonos, Boa Música o PAI Música. A partir de 2003 se hizo habitual la autoedición por parte de las y de los artistas a través de empresas editoras como Falcatruada, Ouvirmos ou Inquedanzas Sonoras, entre otras.